Ahondando un poco en el terreno de las rarezas pulp, podemos encontrarnos con escritores poco o nada conocidos, como es el caso de Henry S. Whitehead, por extraño que parezca un reverendo especialista en relatos de terror, allá por los años dorados de la era pulp.
A modo de biografía la Wikipedia nos cuenta que Henry S. Whitehead nació en Elizabeth, New Jersey, en 1882, y se graduó en Harvard en 1904, en la misma clase que Franklin D. Roosevelt. En 1909 ingresa en la escuela de teología de Connecticut, donde es ordenado diácono tres años después. Entre 1921 y 1929 Whitehead fue enviado como diácono a Santa Cruz, en las Islas Vírgenes. Pronto quedó fascinado por las costumbres primitivas, los ritos religiosos y las supersticiones tribales propias de la población nativa de aquellas islas, muy especialmente por los ritos de vudú, y comenzó a escribir una serie de historias sobrenaturales ambientadas en las Antillas.
A lo largo de toda su vida como escritor tan solo produjo un medio centenar de relatos, o al menos son todos los que se conocen y que fueron publicados en revistas como las míticas Weird Tales, Strange Tales, o Adventure. Un año antes de morir, Lovecraft le visitó, pasando varias semanas juntos en su casa de Dunedin (a saber de qué hablaron, porque el pobre reverendo ya poco más duro)
No me cabe la menor duda de que mucha gente no solo está preparada para recibir un apocalipsis zombi, sino que incluso lo está deseando. Son muchos quienes desean que esto suceda, y así poner en práctica toda su estrategia y conocimientos adquiridos desde que los zombis de George Romero nos despertaron la inquietud. Un apocalipsis zombi suena como un divertido reto a superar; sin embargo… ¿realmente estamos preparados?, y lo que es peor todavía ¿te imaginas a huyendo a la carrera de un caracol que pretende devorarte el cerebro?
El Rey de Amarillo (1895) es una obra que estos días está en boca de todos gracias a una de las series tv HBO titulada True Detective, una obra previa a la efervescencia pulp, y que destaca por la particularidad de ser un compendio de relatos de terror y fantasía escritos desde una perspectiva “parisiense”; y no, no es que su autor sea francés, sino tan americano como cualquier otro de nuestros amigos “pulposos”. Robert William Chambers (Brooklyn, 1865 – Broadalbin, 1933), artista y dibujante, pronto se convirtió en uno de esos autores que dejan huella, aunque la suya fue bastante controvertida. Su obra maestra “El Rey Amarillo, 1895” gira entorno a un libro maldito, algo así como una especie de Necronomicon, y no es de extrañar que el propio Lovecraft se considere un entusiasta, siendo evidentes ciertas influencias. Ahora, la cadena de televisión HBO viene de estrenar una serie que está rompiendo records de audiencia, una serie inspirada en el estilo clásico conocido como Hard Boiled. Dicha serie, True Detective, está protagonizada por dos detectives, uno Martin Hart (Woody Harrelson) y otro Rustin "Rust" Cohle (Matthew McConaughey), quienes tendrán que esclarecer el asesinato de una joven. Un guión que toma como elemento de inspiración la obra de Robert W. Chambers, el Rey de Amarillo, y por el hecho de citarlo en la serie, las ventas del libro se han disparado (actualizado a 11/04/2014)
Lo de esta película es de traca. Vistas las críticas y opiniones que uno se puede encontrar en portales como filmaffinity, he de pensar que existen dos versiones muy distintas, porque la que yo he visto no tiene nada que ver. Y como sé que no existen esas dos versiones lo que sigue a continuación es una crítica igualmente extrema, pero en sentido contrario. Lo siento, pero voy a poner esta cinta a caer de un burro, y no porque sea mala —excepto el final—, sino como protesta a algunas etiquetas que se cuelgan tan a la ligera como «película de culto». En primer lugar el título. Un título vacío y confuso que nos evoca el recuerdo de películas como Driver (1978) de Walter Hill, pudiendo incluso hacernos creer que se podría tratar de un remake, pero nada de eso. Difícil recordar esta película por el título; un título insulso. El personaje principal. Su frialdad e inexpresividad pueden resultar soporíferas. Al principio, con sus reglas de conductor nos recuerda Jason Statham en Transporter, pero a partir de ahí cualquier otro parecido se diluye al instante. He leído que su interpretación, con gesto impasible —yo diría que estreñido—, y de pocas palabras —tan lacónicas que ni la verborrea de una monja con votos de silencio—, resulta un ejercicio magistral en lo que al manejo de los silencios y las miradas se refiere, sin embargo no es otra cosa más que una burda imitación de Chuck Norris en versión lampiña.
Ambas películas forman parte de sus respectivas sagas, sin embargo la expectación suscita cada una de ellas es bien distinta, o al menos así lo es para quien escribe estas líneas. Aunque si digo que, por Hype, Prometheus gana por goleada, quizás no me equivocaría demasiado.
Otro año que llega a su fin, y otro que asoma ya en su despertar. Así es la vida, y el mundo sigue girando como siempre, a pesar de tanta invasión alienígena, de cataclismos apocalípticos, o de científicos chiflados que amenazan reventar el planeta desde dentro. Aunque realidad y ficción suelen confundirse con frecuencia, el fin de los tiempos parece que de momento tendrá que esperar; y hoy… ¡ES NAVIDAD!
Mucha gente odia estas fiestas, bien por el desmedido espíritu consumista que las impregna, o bien por motivos familiares, y eso es algo que comprendo perfectamente, aunque ése no sea mi caso. A mí sí me gusta la navidad, quizás no tanto como cuando era un crio correteando por el pasillo con mi camión de bomberos nuevecito, pero sí, de momento aún sigo disfrutándolas; y de tal forma, desde aquí os deseamos… ¡FELIZ NAVIDAD!
Al margen de las celebraciones, éste es también el típico momento para hacer “balance de situación”. Las cosas no avanzan todo lo rápido que a mí me hubiese gustado, pero lo importante es que, aunque sea poco a poco, siguen avanzando. La web ha experimentado una subida de visitas muy importante en los últimos meses, y aunque el índice de participación sigue siendo muy bajo, espero que pronto os animéis a enviarme vuestros relatos y/o aportaciones.
El calendario está a punto de parir un nuevo año, y con él espero que muchos de los proyectos que aguardan ver la luz, por fin lo hagan. Como sabéis tengo previsto desdoblar la web, y a ver si en el 2012 le damos el empujón definitivo. Quienes queráis colaborar, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Además de los proyectos web, propiamente dichos, me gustaría volver a escribir nuevas historias. Tengo una novela pendiente de corregir, un puñado de relatos por terminar, y nuevas aventuras del teniente Berkley que contaros, y todo esto lleva ya bastante tiempo parado; tiempo y esfuerzos que he dedicado a otros asuntos, pero así es la vida.
Lo dicho: ¡Felices polvorones y prósperos turrones!
La editorial Valdemar, una de las que más trabaja hoy en día las recopilaciones de Relatos Pulp, nos presenta una reedición bajo el sello “Club Diógenes”, donde se nos ofrece algunos de los mejores trabajos en torno a lo que se conoce como Los Mitos de Cthulhu —que difícil me resulta escribir este nombrecito sin mirar; vamos, diría que es tarea imposible—. Todos los relatos que se incluyen pertenecen a una segunda generación de escritores que desearon seguir sacándole brillo al tema, unos con más acierto que otros (incluso algunos un tanto forzados); algo así como «El legado de Cthulhu». ¡Vete haciéndole hueco en tu colección! Aunque la verdad, creo que hay muchos otros volúmenes a los que deberías prestarle atención, antes de decantarte por éste.